Ella buscaba en su armario porque había perdido la razón. Yo exprimía diccionarios para poder hacer una canción. NO ME ACUERDO MUY BIEN CUÁNTOS BESOS DEJAMOS EN CADA ESQUINA, pero imposible olvidarme, de aquel cuarto donde aquella noche subió la adrenalina. Se juntaron Rosario y la Capital, se juntaron el bien y el mal. Se juntaron dos almas en una sola, se juntaron Sabina y Piazzola. Se juntó una religión que era puro corazón y otra que nunca existió. Se juntaron dos camas y no alcazaban para TANTO FUEGO, TANTA ACCIÓN, TANTO DESCONTROL. Elegimos el colchón más chico y parecía de dos plazas, cuando el colchón terminó, bienvenido fue el piso del comedor de su casa. A cada beso caía una estrella, cada arañazo calmaba el dolor. Cuando me acuerdo de ella, levanto el vaso y brindo a dónde quiera que estés, por NUESTRA canción.

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